Arte Y Fraude

Arte y Fraude

Carlos Rehermann

La idea de fraude

En un artículo[i] publicado en 1969, el filósofo estadounidense Stanley Cavell analiza el discurso de dos publicaciones[ii] especializadas en música contemporánea. Acerca del fondo ideológico que las caracterizaba, dice:

      Lo que sugieren es que la posibilidad de fraude, y la experiencia del fraude, es endémica en la experiencia de la música contemporánea. […] No sé cómo alguien que ha experimentado el arte moderno puede haber esquivado ese tipo de experiencias, y no sólo en el caso de la música. ¿Es arte el Arte Pop? ¿Son arte los bastidores con unas pocas tiras o incisiones? ¿Son arte las novelas de Raymond Roussel o Alain Robbe-Grillet? ¿Lo es el cine arte? Una respuesta común es que el tiempo lo dirá. Mi pregunta es ¿qué dirá el tiempo? […] Pero mientras esperamos que el tiempo lo diga, nos perdemos lo que dice el presente: que los peligros del fraude, y de la confianza, son esenciales en la experiencia del arte[iii].

El artículo fue escrito por Cavell en los años de auge de la música serial, cuando los términos preferidos a la hora de hablar de composición eran “azar”, “incertidumbre” e “improvisación”. Las publicaciones a las que hacía referencia el autor hacían énfasis en la novedad y se detenían en relatos de los procesos de composición.

La sensación que dominaba ciertos círculos artísticos con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial era de agotamiento. Acerca de esto, Cavell revisa la idea de la ausencia de progreso en el arte. Es frecuente mencionar la idea de progreso en la ciencia para explicar que no puede existir progreso en el arte.

Aun sin cuestionar la idea de progreso científico[1] (por ejemplo, por parte de Kuhn o de Popper[ ...
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